Llovía, pero era tan ligera que no molestaba excesivamente. Se sentía el pelo húmedo que hacía agachar la cabeza a los hombres y les obligaba a moverse presurosos cercanos a los portales para resguardarse. Luchaban educadamente por seguir por su mano derecha, tropezando ligeramente con los que caminaban en dirección contraria. Cuando esto sucedía levantaban la cabeza y alzaban las cejas en un gesto de sorpresa fingiendo que no los habían visto, para finalmente girar y volver rápidamente a su camino. Las mujeres mas jóvenes y precavidas llevaban paraguas de atrevidos colores que movían con agilidad al encontrarse con otros como si se tratase de un duelo incruento de esgrima en el que la vencedora evitaba sacar un ojo a la parte contraria. Las de mas edad se refugiaban de la fina lluvia con paraguas de colores mas discretos; parecían mas preocupadas por conservar sus cuidadosos peinados que por la lluvia. Las señoras no podían evitar su coquetería ni siquiera con la lluvia, y no dejaban de mirarse distraídamente en los cristales de las tiendas, mientras simulaban que observaban los artículos expuestos. Se llevaban la mano libre del paraguas al pelo para ahuecarlo por si la humedad lo estaba apelmazando o si surgían los indeseables rizos de los días lluviosos.
Mas allá de los lejanos árboles, se veían nubes teñidas de un color azul oscuro y violeta que a ratos se rompía por la luz que el sol trataba de ganar. Los bordes de las nubes entonces se teñían de un color cálido que invitaba a pensar que la lluvia perdería frente al sol. La ilusión duraba breves momentos.
Cuando se descorría el velo de nubes y cesaba la lluvia aparecía el sol reflejado con un brillo cegador que se reflejaba en el suelo de las calles mojadas.
Algunos viandantes se bajaban las capuchas de sus chaquetones de lluvia y otros se los ponían ignorando el cese de la lluvia. Solo las mujeres portaban incansables sus paraguas abiertos dispuestas a no dejarse engañar por el juego caprichoso de la lluvia. Los niños se escapaban de los gritos de sus padres y se salpicaban unos a otros chapoteando en los charcos que iban apareciendo, para desesperación de sus madres que seguramente no confiaban demasiado en los anuncios televisivos en los que cuanto mas sucia estaba la ropa del niño mejor y mas limpia quedaba. ¡Madres de poca fe.!
Mientras iba cavilando sobre lo que veía no pude dejar de recordar, cuando en días lejanos andando por la montaña con un anorak que me protegía de la lluvia mas intensa de la que ahora caía, de pronto descendió una densa niebla que apenas me permitía ver por donde pisaban mis botas. En un momento me di cuenta que no sabia donde estaba. Recordaba perfectamente que había subido por un sendero abierto entre los pinares hasta llegar al sitio mas alto donde no crecían árboles, sólo arbustos de jaras, tomillares y matorrales de brezo que entonces empezaban a florecer con sus colores morados y rojizos. Muy bonito cuando lo había contemplado a pesar de la lluvia, pero que ahora me parecía ominoso y desalentador.
Parecía sencillo volver a la base de partida. Tenia que bajar y desandar el camino realizado. La cuestión era que desde arriba podía optar por los cuatro puntos cardinales y si me equivocaba sabia que uno de ellos daba a un abrupto barranco del que si caía nunca seria capaz de salir, otro me llevaba a un ventisquero, el que estaba en la cara norte, por el que algunos se habían deslizado y abierto la cabeza al resbalar por el hielo. De los otros dos, uno me llevaría mas o menos cerca de casa al encontrarme con el pinar del que partí, el otro me alejaría considerablemente del punto de salida pero no tenia mas peligro que la lejanía. Tenia un cincuenta por cien de posibilidades de acertar, pero sin brújula y con niebla podría acabar mal. Observé un viejo tronco de árbol derribado con el que tropecé y vi el lado donde crecía el musgo, que en teoría era el norte.
Desperté de mi ensoñación. Porque si recordaba lo sucedido hace tanto tiempo, quería decir que supe salir. Así que me deje de tonterías y me dispuse a tomar unas tapas con una cerveza en mi bar favorito.